CAPACITACION HUMANA (DOCENTE, FAMILIAR, EMPRESARIAL Y COMUNIDAD EN GENERAL)
  VALORES NUCLEARES PARA CONSTRUIR FAMILIA PARTE 1
 

VALORES NUCLEARES PARA CONSTRUIR FAMILIA

 
 
 
 
 JOSE GUILLERMO RODRIGUEZ ALARCON
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 BOGOTA 1994 – 2005
 
 
 
 
 
A MIS HIJOS:
DIANA ALEJANDRA
DAVID GUILLERMO
JOSE DANIEL
DALIA VALENTINA
 
 
 
 
 
 
 CONTENIDO
 
 
INTRODUCCION
 
1.    LA VIDA
 
2.    EL AMOR
 
3.    ¿QUÉ ES UN HIJO?
 
4.    LA LIBERTAD
 
5.    LA ESPIRITUALIDAD
 
6.    LA SEXUALIDAD
 
7.    EL PAPEL DE LA ESCUELA
 
8.    LO QUE LA CALLE NOS DEPARA
 
9.    EL TRABAJO Y SU VALOR FORMATIVO
 
10.      EL DUELO
 
      BIBLIOGRAFIA
 
 
INTRODUCCION
 
La idea de escribir este libro nació el día que leí que “toda tarea importante al principio parece imposible”. Escribir un libro que nos dé elementos para construir una familia  es algo difícil, pero a la vez muy fácil.
 
La mayoría de las personas tenemos la posibilidad, con la ayuda de la ciencia, nuestra disciplina y organización, de convertirnos en grandes forjadores de hombres nuevos: nuestros hijos. Lo principal para lograrlo debe ser nuestro cambio de actitud; el proponernos, por así decirlo, ser padres profesionales.
 
Después de 25 años de labor como artista, profesor, asesor, capacitador, conferencista y sobre todo padre. He visto ese interés latente en todas las personas. Pero hace falta compromiso y orientación por parte de los estamentos que deberían motivar esta labor. Al decir lo anterior no quiero generalizar, pues, aunque de manera aislada, existen grupos de maestros, de padres, y algunas entidades oficiales y privadas, que realizan programas de capacitación relacionados con el tema “escuela de padres”.
 
El presente libro no pretende ser una cartilla o un manual de aplicación mecánica, sino un aporte que motive al lector para hacer una reflexión concienzuda de su papel como padre o madre de familia, para que aparezca en él, el deseo de seguir profundizando en estos temas, no solo de manera aislada sino que propenda por organizarse con otros padres para adquirir una capacitación mas acorde con nuestros tiempos.
 
Escogí los temas que posibilitan un desarrollo de valores más profundo e integral, con el fin de que sirvan de parámetro o punto de partida hacia su implementación o discusión.
 
Deseo manejar un lenguaje sencillo, para que el mensaje llegue a una gran cantidad de lectores, ya que los libros demasiado técnicos al padre de familia le parecen densos y complicados.
 
A través de la cotidianidad, las historias, las vivencias, los cuentos, las anécdotas y en algunos casos el discurso didáctico, nos aproximaremos al hombre y a la mujer que desean un mejor país y que quieren saber como transformarlo desde la célula básica de la sociedad: la familia.
 
El desarrollo de los temas se ha realizado a partir de los materiales, experiencias y vivencias que componen los últimos diez años en que me he desempeñado, primero como director nacional del programa escuela de padres y luego como director del programa nacional de asesoría pedagógica permanente.
 
Deseo que la lectura de este libro ayude a estrechar sus vínculos familiares, que los llene de paciencia y perseverancia para que, día a día, digan y hagan lo que deben decir y hacer, en relación con su pareja y sus hijos, para que sean instrumentos del señor, para que construyan una familia.
 
 
 1. LA VIDA
 
Si le preguntamos a un adolescente: ¿Cómo se hace un ser humano? Él seguramente nos responderá, que se hace durante una relación sexual. Y si le pedimos detalles, nos narrara todos sus conocimientos sobre fisiología y reproducción humana; o sea, lo que aprendió de sus mayores y profesores. Esta muy bien que tenga esa información científica; pero debe profundizar aun más en lo que se refiere al proceso de la vida, por que a fin de cuentas eso es lo que somos cada uno de nosotros: la vida misma
 
En la medida que conozcamos más sobre la vida, más la respetaremos. Empecemos por decir que el ejercicio de la función sexual y la reproducción, nos permiten salir a la vida; ellas son  las ventanas por las cuales nos asomamos al mundo. Pero éste es apenas un eslabón de la vida, el cual empezó hace millones de años, cuando la vida era sólo una pequeñísima célula; y aún hoy continúa el proceso. El ser humano es la forma de vida más desarrollada; es un complejo integral de sistemas solo comparable con la idea de Dios.
 
Cuando una pareja decide tener un hijo, o sea intervenir en el proceso de la vida, debe hacerlo con la responsabilidad que este hecho implica, lo que facilitara será que la vida continué. Cuando el espermatozoide de un hombre y el óvulo de una mujer se encuentran para empezar a germinar, ya contienen la información acumulada durante siglos; no sólo la información de sus padres, sino la que les fue legada a ellos también por sus padres y así sucesivamente.
 
Con los conocimientos tan pobres que tenemos los hombres del común sobre la naturaleza y sus leyes no podríamos construir un hombre. Necesitamos de toda esa sabiduría de la naturaleza y el tiempo para que, a través de nosotros, se manifieste la vida.
 
Nuestro hijo no solo es el fruto de nuestro esfuerzo, sino del esfuerzo de generaciones y generaciones; nuestros hijos son ese magnifico ser.     
 
Echemos una mirada a aquellas cosas que se agrupan en nosotros haciéndonos tan especiales; cien millones de receptores en nuestros ojos que nos permiten ver los colores, las profundidades, una flor, una estrella; veinticuatro mil filamentos en cada oído para escuchar todo el rumor de la naturaleza; es la única criatura que habla, que puede estimular, alentar, o enseñar; quinientos músculos, doscientos huesos y siete mil nervios sincronizados para obedecer; un corazón que late treinta y seis millones de veces al año; seiscientos millones de alvéolos en los pulmones que limpian el aire que consumimos; veintidós millones de células sanguíneas, dentro de cada célula existen millones de moléculas y dentro de las moléculas átomos que oscilan más de diez millones de veces por segundo; trece millones de células nerviosas en tu cerebro para activar cada percepción; cuatro millones de estructuras sensibles al dolor; quinientos mil detectores táctiles y más de doscientos mil detectores de temperatura. Podríamos seguir enumerando más cualidades, pero solo con las anteriores ya estamos maravillados
 
Si para manejar un carro te preparas, ¿por qué para ayudar a conducir a tus hijos no? El carro más sofisticado solo seria un simple cacharro al lado de la complejidad del ser humano.
 
¿Qué te hace pensar que estás preparado para ser padre, si desconoces el fabuloso regalo que te hizo Dios y, en vez de apreciarla, cada día con tu torpeza, falta de interés, pereza e ignorancia, dañas, traumatizas, desarmonizas la vida de tu esposa, esposo o hijos?
 
Ahora miremos otras manifestaciones del ser humano ante la vida. Empecemos por preguntarnos por que tanta preocupación por la ecología últimamente. ¿Será que por fin nos estamos dando cuenta que el planeta en el que vivimos es una nave que atraviesa el espacio y que si exterminamos la vida en sus  formas vegetal y animal terminaremos con nosotros también? Parece que sólo ahora nos estamos dando cuenta del equilibrio que debe tener la vida dentro de la naturaleza.
Ahora sembramos árboles, cuidamos el agua, no usamos aerosoles, impulsamos campañas de descontaminación de fuentes de agua y promulgamos leyes que nos protegen de los residuos industriales. Pero algunas de esas medidas están llegado tarde.
 
El mundo está en una situación crítica. El agua escasea, las playas contaminadas, agujeros en la capa de ozono, lluvia ácida, polución. Muchos seres vivos llevados a la muerte por esa falta de previsión y malos hábitos. Pero no todo es problema del estado; muchos de estos inconvenientes se inician en la cotidianidad. ¿Por qué sacamos la basura en los días en que no pasa el carro y permitimos que se formen esos arrumes que se convierten en nidos de ratas y zancudos? Con nuestra inteligencia chata resolvimos el problema en casa, pero se lo creamos a la comunidad. ¿Quiénes hacen sus necesidades fisiológicas en las paredes de las escuelas, centros médicos o edificios oficiales? Son lugares de la comunidad que algunos piensan que no pertenecen a nadie y que, por lo tanto, podemos convertir sus alrededores en foco de infección. Es lo que ven nuestros hijos y que luego lo repetirán.
 
La contaminación y la falta de previsión no sólo se presentan en estos aspectos. Fumar, ingerir licor en exceso, consumir drogas, alimentarse mal, son acciones que también acaban con nuestra vida.
 
Cuando un medico lucha por recuperar a un drogadicto no sólo  lo hace por ese individuo, sino por las generaciones venideras, por que todos los daños que le procuramos a nuestro ser los transmitimos a nuestros hijos y ellos a sus hijos y así en ese proceso, degeneramos la vida.
 
La responsabilidad con la vida es muy grande, rebasa simplemente lo subjetivo. Un indígena estadounidense, el gran jefe Seathl que vivió hace muchos años, decía: “sigue ensuciando en tu propia cama y un día morirás ahogado en tu propia porquería”. Este pensamiento es duro, pero claro. Nuestra labor como padres es prevenir, cuidemos la vida en todas sus manifestaciones y enseñemos esto a nuestros hijos y entonces crearemos un valor muy importante que le permitirá a las futuras generaciones disfrutar de la vida con la misma dignidad con que nosotros deseamos hacerlo.
 
Aunque se especule sobre seres de otros planetas o se planteen ideas acerca de la vida en el universo, lo cierto para nosotros es que, por ahora y de manera oficial, no conocemos una forma de vida similar al ser humano; y eso nos hace todavía más especiales.
 
De los setenta mil millones de seres humanos que han caminado sobre este planeta desde que fue creado, no existió, ni existe uno que sea igual a ti. ¡Eres único!
 
Cuídense y cuiden a los suyos y disfruten de la vida de la mejor manera; así podrán empezar a construir una familia.
 
 
 
VUESTROS HIJOS
 
Vuestros hijos no son vuestros hijos, son los hijos y las hijas de los anhelos que la vida tiene de sí misma.
 
Vienen a través de vosotros más no de vosotros y aunque vivan con vosotros no os pertenecen.
 
Podéis darle vuestro amor más no vuestros pensamientos por que ellos tienen sus propios pensamientos.
 
Podéis dar albergue a sus cuerpos más no a sus almas, por que sus almas moran en la casa del mañana, que ni aun en sueños os es dado visitar
 
Podéis esforzaros por ser como ellos, más no intentéis hacerlos como vosotros por que la vida no marcha hacia atrás, ni se detiene en el ayer.
 
Recordad: Vuestros hijos no son vuestros hijos.
 
 
                                                                                  Jalil Gibran
 
 
 
 
2. EL AMOR
 
En la clase de filosofía, específicamente cuando estudiábamos ontología, aprendimos que el ser en esencia es solo y nos lo explicaron diciéndonos que cada cual tiene sus propias experiencias, que por más que nos esforcemos en sentir como los demás, nunca podremos hacerlo. Cada cual tiene sus propias sensaciones, o para decirlo mejor, cada uno de nosotros experimentara la muerte cuando sobrevenga la propia, no antes.
 
Frente a esta soledad del ser los humanos desarrollamos el amor el cual nos permite asirnos del mundo y de los demás. Es decir, para ser, necesito de los demás porque las relaciones con los otros le dan sentido a mi vida. En conclusión: Necesito ser amado para poder sentir que disfruto; necesito de compañeros, esposa, esposo,  hijos, familiares, de la sociedad.
 
Algún filosofo ya nos había definido como “seres sociales”. Esta necesidad que tenemos de los demás, es de todos, por ello  necesito ser amado y amar. Esto es algo que debemos enseñar a nuestros hijos; pero no sólo con el discurso, sino como una vivencia. A través del ejemplo hacer que ellos se den cuenta de que los amamos, que amamos a nuestra familia, a nuestra sociedad, nuestro trabajo; y que, a pesar de las dificultades, nunca perdemos nuestra fe en el amor.
 
Enséñele a su hijo a expresar el amor, que sea afectuoso y amable, pero sin llegar al exceso de convertir esto en una actuación intrascendente.
 
No se avergüence de que sus hijos noten su ternura; eso los sensibiliza. Hay hijos que nunca notaron en sus padres expresiones de amor, ni siquiera las sintieron hacia ellos mismos. Por ello crecieron tímidos e inseguros.
 
 
 
Recuerde que debe amar de una manera total y sin condiciones. El amor no tiene limites, si usted coloca barreras será difícil amar o que lo amen.
 
Sea leal en el amor, que su boca diga lo que su corazón realmente siente, si usted engaña, pensara que también lo pueden engañar y eso crea inseguridad, los celos son el mejor ejemplo de esto. Piense que el amor no es un lujo o algo baladí sino, por el contrario, una necesidad primaria del ser humano.
 
Nos dicen que Dios es amor y es verdad, por que el amor es principio de armonía. También nos dijeron que Jesús murió para salvarnos. ¿Para salvarnos de quién? ¡De nosotros mismos! Porque demostró que por amor incluso la vida si es preciso.
 
Recuerdo, al respecto, una historia que escuche hace algún tiempo. En una noche muy fría y lluviosa, en un apartado callejón, una pareja de mendigos ancianos soportaban las inclemencias de su condición. Esculcaron sus bolsillos y entre los dos reunieron unas cuantas monedas, que apenas alcanzarían para comprar un pan y un café. La gente que escucha esta historia generalmente en este punto piensa “pues compraron un pan y un café y lo compartieron”. Pues si, eso fue lo que hicieron; pero eso no es lo más importante. Lo realmente loable fue la forma como lo hicieron. Después de comprar el pan y el café, el mendigo tomo media taza de café y comió medio pan; al terminar le pasó el resto a su compañera; luego se quito su caja de dientes y también se la pasó a su compañera para que ella pudiera comer.
 
Aquí los oyentes piensan: “Pero si a uno le enseñaron que no debe prestar los objetos personales”. Pero se advirtió desde el principio que eran pareja y estaban en una situación difícil; los dos se necesitaban y su amor no tenía límites.
 
 
El amor es paciente, es afable
 
El amor no tiene envidias
No se jacta ni se engríe
No es grosero ni busca lo suyo
 
No se exaspera
Ni lleva cuentas del mal
 
No simpatiza con la injusticia
Se alegra con la verdad
 
Disculpa siempre
Confía siempre
 
Espera siempre.... Aguanta siempre
El amor no falla nunca.
 
                                    1 Cor. 13: 4 - 7
 
 
 
 
 3.      ¿QUÉ ES UN HIJO?
 
Un hijo es un tesoro, es la más grande riqueza que tenemos algunos. Por lo tanto, es nuestra obligación protegerlo con mucho ahínco, lo cual no quiere decir que le impidamos desarrollar su propia autonomía.
 
Algunos padres creen que deben ahogar con sus cuidados a los hijos. No se trata de eso; se trata de intervenir en su desarrollo, pero igual que como el niño hace con su barquito cuando lo coloca en el estanque; no lo dirige tomándolo y conduciéndolo sin soltarlo, sino que lo coloca en el agua y luego, con un palito, le hace ondas para que se desplace hacia el lugar deseado.
 
Con la educación de nuestros hijos ocurre lo mismo. Debemos crear a su alrededor un ambiente que le permita formarse con unos valores bien establecidos; no impuestos como norma dogmática, sino como referente de convivencia; para decirlo mejor: que aprenda de lo que se practica en casa y no sólo de lo que se predica.
 
Recuerde que sus hijos no le pertenecen como un objeto y que usted no se hace padre o madre sólo por el acto de procrearlos, sino que ese titulo no lo ganamos con el transcurrir del tiempo y asumiendo con responsabilidad los deberes que tenemos, no solo con los hijos, sino con la sociedad en general.
 
Es obligación de un padre o una madre conocer cómo es el desarrollo de un ser humano. En alguna ocasión cuando era maestro en un colegio de bachillerato para adultos, dictaba la clase de comportamiento y salud y me di cuenta que había mujeres que aun cuando eran madres de más de un hijo, no conocían mucho sobre lo que ocurre en el periodo prenatal. No sabían, por ejemplo, por que una mujer embarazada debe consumir alimentos ricos en hierro; no conocían el proceso genético y anatómico que se inicia al unirse el espermatozoide y el ovocito; no estaban enteradas de las etapas de expulsión en el parto. Para ellas el nacimiento de sus hijos había sido un acto mágico de la naturaleza. No estoy diciendo que haya que ser un especialista; pero un poco de conocimiento no nos haría daño; todo lo contrario, debemos capacitarnos para estar mejor preparados.
 
El instituto de bienestar familiar ofrece ciclos de conferencias a las comunidades organizadas, y los centros de salud ofrecen cursos profilácticos que preparan a la pareja en técnicas y ejercicios que harán del parto algo más natural y menos traumático de lo que es para algunas personas.
 
No debemos ignorar los conocimientos que nos aporta la ciencia para vivir de manera más armónica los procesos naturales. Pero en el asunto del parto no es todo. Ahí es donde se inicia. ¿Alguna vez hemos recibido capacitación sobre el desarrollo físico, mental, afectivo y social de un niño? A manera de abrebocas voy a suministrar algunos conceptos al respecto, que ustedes deben complementar.
 
La primera infancia: Va hasta los tres años. Durante esta etapa  despiertan los sentidos y la mente del niño. Se adquiere el discernimiento, el lenguaje, la movilidad autónoma. El niño se descubre así mismo y se integra al mundo imitando a los adultos.
 
Debemos ser conscientes de la importancia que tiene esta primera infancia en el equilibrio de los años posteriores; para ello debemos conocer cuál es la estimulación adecuada para colaborar en el desarrollo del niño. El descuido de tal aspecto crea problemas interpersonales.
 
Infancia media: Va hasta los siete años. Durante ella el niño adquiere conciencia de sus primeros valores, descubre la alegría de vivir; a través de pequeñas satisfacciones, desarrolla la afectividad, la imaginación, la locuacidad y la motricidad; todo lo reafirma su yo de un modo rápido y equilibrado.
En ese momento el niño necesita tener gente a su alrededor para que fomente su confianza en sí mismo, que responda a su curiosidad. Será que usted esta haciendo esto último o, por el contrario, lo esta reprimiendo porque el niño se mueve o habla mucho, o regañándolo por tanta preguntadera. Si usted conoce las posibilidades de esta etapa con profundidad, podrá encausar el proceso que está viviendo su hijo.
 
Infancia superior: Va de los siete a los doce años. Período durante el cual la personalidad se vuelca hacia el exterior. Son los otros, con sus reclamos y acciones, los que llenan de contenido su atención. Descubre otros contextos de convivencia a los cuales se entrega con fogosidad. Es la escuela lo que más reclama su simpatía; pero más que todo las personas satisfacen sus sentimientos y sus necesidades de acción. Es el periodo de la actividad incansable.
 
Preadolescencia: Va de los doce a los quince años. Durante ella encuentra los grandes valores de la vida y  la sociedad, aunque no puede juzgarlos ni asumirlos del todo. Nace la intimidad, explotan los sentimientos, aparecen fuertes actitudes utópicas, se desborda la amistad, se descubren los problemas del ser humano y las comunidades. La referencia de los padres, sigue viva aun cuando se cuestionan muchas decisiones; la vida se hace consciente.
 
La adolescencia: Va de los quince a los dieciocho, tiempo en el cual se abren los ojos a la realidad de la vida y se descubre el futuro como el gran desafío personal.
 
Durante este descubrimiento aparecen las primeras inquietudes fuertes; se reconvierten los valores, se descubre la sexualidad como riqueza personal, se contrastan los diversos ideales de vida, se asumen las primeras responsabilidades fuertes y se aceptan los primeros riesgos, que conducen al placer del triunfo o al dolor del fracaso.
 
El adolescente es particularmente sensible al medio moral, cultural y espiritual en que se desarrolla.
 
La juventud: Se prolonga hasta que se estabiliza la persona. Durante ella se disfruta para toda la vida o se fracasa peligrosamente. Es el periodo de grandes alternativas y fuertes desconciertos, si las circunstancias no son propicias. El joven persigue la independencia personal, los padres tienen un fuerte desafió en la conquista de ese ideal de sus hijos casi adultos.
 
Como vemos, es mucho lo que debemos conocer para saber lo que es un hijo. propongámonos como tarea leer, investigar, comentar con nuestros familiares y amigos sobre estos temas para que nos puedan ayudar a desentrañar lo que realmente es un hijo.
 
Al final de este libro encontrara una nutrida bibliografía que, espero, sea consultada, por lo menos en parte.
 
 
 
 “QUE ES UN MUCHACHO”
 
Los muchachos vienen en tamaños, pesos y colores surtidos. Se les encuentra donde quiera, encima de, debajo de, dentro de, trepando, colgando, corriendo, saltando. Las mamás los adoran, las niñas los odian, las hermanas y los hermanos los toleran, los adultos los desconocen y el cielo los protege. Un muchacho es la verdad con la cara sucia, la sabiduría con el pelo desgreñado, las esperanzas del futuro con una rana en el bolsillo.
 
Un muchacho tiene el apetito de un caballo, la digestión de un traga espadas, la energía de una bomba atómica, la curiosidad de un gato, los pulmones de un dictador, la imaginación de Julio Verne, la timidez de una violeta, la audacia de una trampa de acero, el entusiasmo de un trique traque, y cuando hace algo, tiene cinco pulgares en cada mano. Le encantan los dulces, las navajas, las sierras, la Navidad, los libros con laminas, el chico de los vecinos, el campo, el agua (en su estado natural), los animales grandes, papá, los trenes, los domingos por la mañana y los carros de bomberos, le desagradan las visitas, la doctrina, la escuela, los libros sin laminas, las lecciones de música, las corbatas, los peluqueros, las muchachas, los abrigos y la hora de acostarse.
 
Nadie más se levanta tan temprano, ni se sienta a comer tan tarde; nadie puede embutirse en el bolsillo un cortaplumas tan oxidado, una fruta mordida, medio metro de cordel, un saquito de picadura vacío, dos caramelos, seis monedas, una honda, un trozo de sustancia desconocida y un autentico anillo supersónico de clave con un compartimiento secreto.
 
Un muchacho es una criatura mágica. Usted puede cerrarle la puerta del cuarto donde guarda las herramientas, pero no puede cerrarle la puerta de su corazón. Puede echarlo de su estudio, pero no puede echarlo de su mente. Todo el poderío suyo se rinde ante él, es su carcelero, su jefe y su amo...
 
Él, un manojito de ruido cari pecoso; pero cuando usted llega a casa por la noche con sus esperanzas y ambiciones hechas pedazos, él puede remediarlo todo con dos palabras mágicas “hola papito”.
 
 
                                                  Bert Weeler
 
 
 
 
4.      LA LIBERTAD
 
La libertad es el segundo don que nos fue entregado. Pero, como todos los dones, se pueden llevar en distintas direcciones hacia lo armónico o hacia lo caótico. Podemos convertirlo en un parámetro para disfrutar de nuestra existencia o, al contrario, en arma que atente contra ella. Cuando va hacia lo armónico crece paralela con la inteligencia, esta última entendida como la capacidad de desentrañar las leyes de la naturaleza, lo cual  permite la búsqueda de nuestro lugar; o sea, la razón de vivir.
 
Lo triste es que en muchos de nosotros la libertad toma otro camino. Mientras los hombres de ciencia luchan por alargar y mejorar nuestra expectativa de vida, nuestros hábitos la acortan. Podríamos vivir noventa, o cien años, pero nuestra forma de alimentarnos y los vicios no lo permiten. Algunos, con ingenuidad, piensan que después de una borrachera sólo viene un pasajero guayabo. Pero muchas borracheras sumadas crean problemas en el hígado y matan células del cerebro. Las consecuencias no aparecen al otro día; sino quince o veinte años después, cuando aún somos jóvenes, con enfermedades del aparato digestivo,  el sistema nervioso etc. Y lo peor de todo es que le enseñamos a nuestros hijos que eso es disfrutar la vida.
 
Llegamos a nuestra última etapa vencidos, con hogares destruidos, con nuestros hijos convertidos en seres anodinos y mediocres y nuestras esposas en mujeres resentidas e insatisfechas con la vida. Y sufrimos  tardíos arrepentimientos que sólo ahondan nuestra frustración. Entonces concluimos que, aunque nacimos libres, nos comportamos como esclavos de amos que nosotros mismos elaboramos y que tiranizaron nuestra vida y la vida de nuestra familia.
 
En algunas ocasiones nuestros hijos se alejaron de nosotros, o simplemente nos perdieron el respeto, porque se cansaron de ser tratados como seres de segunda clase en el seno de su propia familia. No respetamos la libertad de nuestros hijos; no les concedemos espacio ni tiempo para su expresión, y muy pocas veces los acompañamos a disfrutar de sus logros.
 
Recuerdo la historia del niño que regresa a casa del preescolar y le muestra a su mamá el dibujo que realizo en clase; pero la mamá, casi sin mirarlo, se limita a decir: “Muy bonito”, y pasa a otro asunto. El niño, de todas maneras muy satisfecho con su tarea, decide colgarlo en una de las paredes de su cuarto. Pero cuando su mamá entra en la habitación y ve aquel papel medio descuadrado pegado con un trozo de cinta, piensa que eso allí no queda bien y reprende al niño diciendo: “Hazme el favor de quitar eso de ahí inmediatamente”. El niño lo retira, pero no entiende. Lo hacen retirar el dibujo de la pared aun cuando él se siente orgulloso de su trabajo. En cambio su papá y su mamá pegan toda suerte de cuadros y papeles por todas partes. Es entonces cuando se siente menos que un inquilino, o tal vez sólo un arrimado, porque en esa casa y en esa familia no hay un lugar que realmente sea suyo.
 
Este muchacho, cuando sea un adolescente, ya no tratará de pegar dibujos realizados por él, sino que para llamar la atención de sus padres y reclamar sus derechos pegara mujeres desnudas, artistas viciosos, carteles violentos, sólo para chocar con sus padres. Claro que los padres tendrán como disculpa aquello de la brecha generacional, cuando la verdad es que en ese hogar faltó comunicación, interés, afecto.
 
El ejemplo anterior es apenas una versión general de algo que se da a veces en la realidad de manera mucho más compleja y peligrosa.
 
Nosotros, como padres, traspasamos a nuestros hijos una serie de elementos que nos da la cultura, pero sin analizar si es constructivo o no.
 
En nuestros hogares falta que realmente opere la democracia, que todos los miembros de la familia tengan voz y voto y las controversias se resuelvan exponiendo ideas llenas de conocimiento y experiencia y no simplemente se justifique con aquello de que el padre manda y el hijo obedece.
 
Nuestros hijos nos deben respetar por nuestra capacidad de liderazgo y no por nuestro autoritarismo. Alguien decía que: “los dictadores nacen cuando se acaban las palabras”. Hagamos una asamblea en nuestra familia,  aunque sea una vez a la semana; desprendámonos de la televisión, de los videojuegos, de la prensa y de otras cosas secundarias y revisemos nuestro proyecto de vida familiar. Escuchemos a nuestros hijos y lo más importante: legislemos, generemos nuestras propias normas de convivencia; si concluimos que el humo del cigarrillo fastidia a los niños y crea malos olores, acordemos no fumar en casa y que esto se cumpla; y si no se cumple, que haya una sanción. De paso aprendemos a ser buenos ciudadanos. Si acordamos una hora para llegar en la noche a casa, que no sea solo para los jóvenes, sino para todos; y si hay que llamar por teléfono para avisar que nos demoramos debemos hacerlo. Que la razón por la cual no permitimos la llegada tarde no sea la desconfianza; deben ser otras más reales e inmediatas, como la inseguridad o la solidaridad con los demás
 
Demos a nuestros hijos la información suficiente para que  aprendan a cuidarse; y si alguna vez deciden no hacerlo, que sepan antes cuáles son las consecuencias. Por ejemplo, que la hija adolescente sepa que si bebe alcohol su discriminación sexual baja y puede ser que llegue a realizar algo que no tenía bien definido ni planeado y que si eso pasa traerá consecuencias que ella deberá afrontar
 
Tratemos que nuestros hijos nos tengan confianza y de ayudarlos cuando realicen acciones desacertadas, ya que si no lo hacemos lo hará un amigo u otra persona y tal vez su consejo no sea el mejor.
 
Eduquemos hijos para el siglo XXI, no nos hagamos la ilusión de que vivimos cincuenta años atrás. La información que usted les niega a sus hijos ellos la consiguen de diversas formas. No se escandalice por eso; más bien trate de que los valores que se creen en su familia sean claros y definidos. Establezca, junto con todos los miembros, principios religiosos, políticos, sociales.
 
No sea monotemático en las charlas con sus hijos. No le hable sólo de su rendimiento en el colegio o de sus amigos; hábleles del deporte, de la cultura, del arte y de todo aquello que pueda interesarles. Si usted lo hace así su hijo o hija, cuando tenga que tomar decisiones difíciles, tendrá un contexto familiar bien amplio que le permitirá tomar el camino acertado.
 
Recuerde: Los muchachos y muchachas no son tontos y cuando hacen algo tonto es por que están pidiendo a gritos ayuda; trate de brindársela a tiempo.
 
Todo lo anterior es una razón más para capacitarnos, en aquello de ser padre.
 
El principio liberal reza: “Mi libertad va hasta donde empieza la del otro”. Sea libre y enseñe a su hijo a serlo. No es fácil hacerlo, pero vale la pena, nunca es tarde para aportar a la armonía de la naturaleza.
 
¿Le entregaría las llaves de un carro a alguien que no sabe conducir? ¿Verdad que no? Por que si lo hiciera seria un irresponsable, ya que estaría permitiendo que alguien se hiciera daño o se lo hiciera a otras personas. Igual pasa con nuestros hijos. ¿Los enviara a manejar su vida sin enseñarle lo que es la libertad? ¿Cuándo le hablara de la libertad? ¿Una semana antes de cumplir la mayoría de edad? ¡Tarde! Debió empezar desde cuando estaba en el vientre.
 
 
 
AUTOESTIMA
 
En el mundo no hay nadie como yo.
 
Me pertenecen mi cuerpo incluyendo lo que hace
mi mente, incluyendo mis ideas y pensamientos.
 
Mis sentimientos, incluyendo mis angustias, mis alegrías
mis frustraciones mis amores, mis decepciones.
 
Me pertenecen mis fantasías y mis sueños,
mis esperanzas y mis temores.
 
Me pertenecen mis triunfos y mis éxitos
mis fracasos y mis errores.
 
Soy responsable de lo que siento y de lo que pienso.
 
Tengo herramientas para sobrevivir y encontrar armonía
y orden en el mundo de la gente y de las cosas.
 
Tengo herramientas para convivir, ser productiva
 
Me pertenezco y, por lo tanto, puedo construir y construirme.
 
 
 
                                                 Virginia Satir.
 
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