CAPACITACION HUMANA (DOCENTE, FAMILIAR, EMPRESARIAL Y COMUNIDAD EN GENERAL)
  VALORES NUCLEARES PARA CONSTRUIR FAMILIA PARTE 2
 
5.  LA ESPIRITUALIDAD
 
Hace algún tiempo, en este país discutíamos qué debíamos hacer con la clase de religión. Algunos opinaban que debíamos abolirla; otros, que mejor se dieran clases de educación sexual; cada cual opinaba según su criterio. Fueron pocas las personas que opinaron que a la clase si había que quitarle ciertos matices dogmáticos, pero que ese espacio para la reflexión trascendente debía permanecer.
 
Cada día nuestra sociedad es más vana. Hablamos de valores, pero casi nadie desea profundizar en aquellos elementos que los generan. Para algunos el objeto de la religión solo radica en establecer si Dios existe o no. Para otros ese no es el punto fundamental y la pregunta principal seria: ¿Qué necesidad  satisfacemos los seres humanos al crear un discurso religioso?
 
La búsqueda inicial es la de sintonizarnos en armonía con el universo para darnos una razón de vivir y así poder mejorar nuestra identidad, nuestra autoestima y crear valores enraizados en nuestra propia concepción de la vida, todo ello, desde luego, con una visión amplia y tolerante que nos haga respetar el pensamiento de los demás, sin que renunciemos a autodeterminarnos o a propiciar el debate que posibilite salidas concertadas que beneficien a las mayorías, sin desconocer los derechos de las minorías.
 
Esto significa que podemos ser respetuosos y tolerantes sin ser permisivos, ya que algunas veces cedemos al chantaje de algunas corrientes culturales marginales que nos imponen criterios, y nosotros por evitar señalamientos, aceptamos sin análisis y sin discusión.
 
Muchas sociedades que se casaron con discursos determinados de manera apresurada, algunas décadas después se arrepintieron y contradijeron sus propios principios ideológicos, cuando ya habían marcaron generaciones enteras. Es el caso de Suecia; en 1.933 impulsó una revolución en la educación sexual para tratar de acabar con una serie de problemas sociales que tenia, como embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual, aborto, drogadicción. Pero luego, en 1.966, se dieron cuenta de que el énfasis de la información lo habían puesto en lo fisiológico y lo anatómico, sin y tener en cuenta los valores. Entonces los problemas, en lugar de disminuir, aumentaron
 
 ahora proliferan tantos grupos religiosos, a los que, desde luego, debemos respetar, pero no podemos ceder, aunque nos ataquen  con intensas campañas publicitarias. Si alguna vez queremos reconsiderar nuestra concepción del mundo, que sea el fruto de una muy sesuda reflexión y no como moda, pues ahí esta el origen de tanta superficialidad en el presente.
 
Esta de moda la metafísica, el esoterismo, el movimiento de la nueva era, la macrobiótica, las reuniones de sanación; yo no tengo nada contra eso, pero si deseamos investigar, hagámoslo con cuidado y evitemos los fanatismos, busquemos lo realmente esencial y si no nos satisface, regresemos al camino que nos de más seguridad.
 
Que no nos convenzan con fruslerías, porque en ocasiones hay algunos que mienten y viven de nuestra ingenuidad y falta de rigurosidad. En cuanto a lo espiritual, la mayoría de las veces aceptamos estas ideas porque  nos las transmitieron y nosotros las dejamos pasar intactas, sin analizarlas, y las volvimos a reproducir en la educación de nuestros hijos.
 
Voy a realizar algunas reflexiones que, espero, puedan contribuyan a aclarar algunas dudas
 
Cuando nuestros hijos están en malos pasos nos dedicamos a orar y a pagar promesas; y cuando notamos que con eso no logramos nada, nos enfurecemos y renegamos de nuestra religión. ¿No seria más sensato que en lugar de esperar a que ellos tengan problemas, nos capacitemos y evitemos molestias en el futuro, que aprovechemos los recursos a la mano aunque cueste un poco de sacrificio, para luego lamentarnos y sentirnos olvidados, cuando fuimos nosotros mismos los que decidimos rezagarnos.
 
Si su hijo termina siendo un drogadicto, eso no es culpa de Dios, ni del destino; es culpa suya, porque no se comunico con él, no supo orientarlo, no supo ser ejemplo y líder.
 
¿Por qué al final quiere, un milagro? Podrá ir todas las veces que quiera a su santuario preferido, pero si no hizo lo que tenia que hacer tendrá que afrontar las consecuencias. Se le doto de inteligencia, se le encomendó la vida, se le dio el amor y la libertad ¿Qué hizo con todo eso? ¿Por qué se queja?
 
Si yo le regalo un computador a una persona y ella en su torpeza lo daña, ¿quién tiene la culpa de que la maquina este descompuesta? ¡Pues ella! Por lo menos debió leer las instrucciones, debió estudiar y aprender a manejarlo; y entonces le habría procurado muchas satisfacciones. Igual sucede con los hijos.
 
Reconozcamos lo bello de la vida en cada amanecer; no esperemos hasta que suceda algo fuera de lo común para agradecer lo que ya nos fue dado.
 
Alguna vez le pregunte a un sacerdote amigo: ¿Padre, no le entristece que ahora venga menos gente a la iglesia? Él me contestó: “¡No! ¡Mejor! Que vengan sólo los que tienen algo que agradecer; los que vienen a pedir no me interesan, porque esos generalmente piden, pero no merecen lo que se les ha otorgado; esos son los que salen de la iglesia directo a la tienda a emborracharse y luego llegan a la casa a maltratar a su esposa e hijos, son los que les sacan los ojos a sus acreedores, aunque uno los vea orando con los brazos abiertos; no son más que unos hipócritas”.¿Padre, y si se van para otra religión? “Pues que lo hagan; el problema no esta en el lugar que ellos frecuenten, sino en su propio corazón”
 
Recuerdo una historia que le escuche narrar a un viejo: Un hombre vivía a la orilla de un río. Un día, un amigo suyo iba corriente abajo en una barca y la dijo: Compadre, se acerca una avalancha muy grande, coja lo más necesario, traiga a su familia y marchémonos en mi barca. El hombre respondió: -No me iré; a mí el señor me protege, yo tengo mucha fe, a mi no me pasara nada, porque creo en Dios. El amigo se marcho. Al poco rato bajo otro compañero también muy aterrorizado y le dijo: Súbase con su familia a mi barca y vámonos; la avalancha es muy fuerte. El hombre volvió a repetir lo que le había dicho al compadre, su compañero se marcho. Quince minutos después bajo otro de sus amigos y, horrorizado, le dijo: -Súbase rápido; la avalancha está muy cerca. El hombre respondió lo mismo que las dos veces anteriores. El amigo se marchó. Unos minutos después bajo la avalancha y el hombre y su familia perecieron; pero como esto es una historia, tiene una segunda parte fantástica: Cuando el hombre de nuestra historia llega a la presencia del señor le reclamo: -Señor, cómo es posible. Yo que fui un hombre de tanta fe, yo, que respeté su santo nombre por encima de todas las cosas, y no recibí ninguna ayuda. El señor le respondió “Yo te ayude” ¿Cómo? Preguntó el hombre. El señor le dijo: “Te mandé tres barcas y todas las rechazaste”.
 
Así nos pasa a muchos. No vemos las posibilidades buenas en nuestra cotidianidad. Siempre pedimos milagros y en nuestra infinita soberbia queremos que Dios nos saque del atolladero donde nosotros mismos nos metimos.
 
¡Súbase a la barca de la capacitación y salve a sus hijos! Sea consecuente; aproveche todas las oportunidades.
 
Desde la edad media los hombres debatimos si el destino ya esta echo o si, por el contrario, el hombre lo va construyendo. La primera teoría se llama la predestinación, y dice que nuestra suerte ya esta trazada. La segunda teoría se llama el libre albedrío, y dice que el hombre incide en su propio destino; yo me inclino por la segunda, por un ser humano al que le fueron entregadas la libertad y una serie de dones para que los administre con inteligencia.
 
Gozar de la libertad es lo que mantiene en mí la idea de Dios; por que la idea de un Dios castigador y vengador es una idea creada por hombres que quisieron reproducir sus sueños de poder en el pasado. El señor no quiere ni necesita hombres arrodillados, ni que oren a voces. La mejor oración es una acción consecuente, un trabajo realizado con satisfaccion, es un cuidado adecuado a nuestros hijos; es hacer crecer y transformar lo que nos fue dado; es ser más inteligentes y propender por una armonía natural.
 
Recuerden la historia del hombre que sólo vendía semillas y no vendía frutos. De la misma manera, a nosotros sólo se nos da la vida en semilla; los frutos que obtengamos sólo dependerán de nuestros cuidados. Sembremos en tierra fértil. Abonemos, protejamos de las plagas, y sobre todo agüita (ternura) a diario, y la cosecha se dará a tiempo y de manera espléndida.
 
 
HUELLAS EN LA ARENA
 
Una noche soñé que caminaba a lo largo de una playa acompañado por Dios. Durante la caminata muchas escenas de mi vía fueron proyectándose en la pantalla del cielo. Según iba pasado cada una de esas escenas, notaba que unas huellas se formaban en la arena. A veces aparecían dos pares de huellas; en otras ocasiones aparecía un par de huellas.
 
Esto me preocupó grandemente porque pude notar que durante las escenas que reflejaban etapas tristes de mi vida, cuando me hallaba sufriendo de angustias, penas y derrotas, solamente podía ver un par de huellas en la arena. Entonces le dije a Dios: “Señor, tu me prometiste que si te seguía, caminarías siempre a mi lado. Sin embargo, he notado que durante los momentos más difíciles de mi vida sólo había un par de huellas en la arena, ¿Por qué cuando más te necesitaba, no estuviste caminando a mi lado?”. El señor me respondió: “Las veces que has visto solo un par de huellas en la arena, hijo mío, ha sido cuando te he llevado en mis brazos
 
 
 
 
 6.  SEXUALIDAD
 
Hace ya algunos años que el estado decidió presentar el Proyecto Nacional de Educación Sexual.El tema se puso de moda en la educación y de pronto brotaron especialistas de todas partes. Algunos científicos muy serios, y también toda suerte de semi-ilustrados, que quisieron hacer su negocio a costa de la ignorancia ajena.
 
No es mi deseo desde estas páginas sentar cátedra, ya que no soy un especialista. Solo quiero, como maestro juicioso e investigador del tema, manifestar algunas opiniones que ayuden a motivar al padre de familia para que se comprometa de manera profunda y busque información en fuentes científicas. Al final de este libro encontrara una bibliografía que les ayudará a seguir este propósito.
 
Acabemos con las mentiras. No es ahora que empezamos a recibir educación sexual; lo hemos hecho desde siempre, desde el momento mismo que empezamos a construir nuestra cultura; desde cuando decidimos que el azul era para los niños y el rosado para las niñas; desde que decidimos que el pelo largo era para las niñas y el corto para los niños; desde que decidimos que la falda era para ella y el pantalón para ellos; y si seguimos, la lista seria interminable. Y no sólo en cuanto a lo formal; también lo que tiene que ver con las emociones, los sentimientos y los conceptos recibimos una educación que nos discrimina según nuestro sexo.
 
Otros ejemplos: los niños no lloran, eso lo hacen las mujeres; el papá es el que disciplina, porque es la mano fuerte de la familia; la ternura es de mujeres, porque muestra debilidad, etc., etc.
 
Desde que nacemos recibimos educación sexual. Y desde luego que tiene que ser así, porque nosotros somos sexuados desde antes de nacer y hasta después de nuestra muerte. La sexualidad no es algo que solo tenga que ver con nuestros órganos genitales, sino con todo nuestro ser. Es una dimensión que se manifiesta, en todas nuestras expresiones y relaciones.
 
Para la educación sexual, nos hemos fijado fundamentalmente en la parte fisiológica y anatómica y no en lo psicológico y lo sociológico; hablamos de vagina, pené, coito, etc., pero poco nos comprometemos con la ternura, el amor, la reciprocidad, el dialogo, la tolerancia, la responsabilidad. 
 
Por lo tanto al administrar nuestra dimensión sexual, tenemos conocimientos, pero no valores claros; principios que sirvan de parámetro para nuestro comportamiento; por eso, a pesar de tanta información sobre el tema, no podemos resolver los problemas relacionales entre los seres humanos.
 
Lo peor es que en algunos casos ni siquiera tenemos conocimientos básicos, lo que acrecienta la problemática. Hombres que golpean a su esposa por que “no es capaz de darme un hijo varón” cuando es el hombre desde lo cromo somático el que aporta la variante Y, encargada de determinar el sexo en los bebes. Padres a los que la estimulación adecuada les parece una tontería, y creen que el niño cuando esta en el vientre de la madre no oye ni siente. Hoy sabemos que el niño reacciona a todas las experiencias de su mamá durante el embarazo; estimularlos con música, hablarles claro, tocar el vientre, contarlos como un miembro de la familia, aporta un cúmulo de beneficios en el posterior desarrollo del niño.
 
Hay madres que les dicen a sus hijas que la sangre que aparece durante el periodo menstrual es mala, cuando no tiene nada de malo; sino al contrario, que es muy buena, ya que el organismo la dispuso como medio de desarrollo del feto en un posible embarazo. Otras señoras que les dicen a sus hijas que si se bañan durante los días del periodo se vuelven locas y toda suerte de tonterías que solo aportan confusión a niñas y adolescentes.
 
El sexo no tiene nada de sucio. Sólo que los seres humanos debemos observar una serie de normas higiénicas que nos ayudan a mantener una buena salud, no solo relacionada con los órganos genitales, sino con todo nuestro cuerpo.
 
 La situación llega a tanto que hasta se ha ignorado casi todo lo relativo con el embarazo. No se conocen las etapas del alumbramiento; no se tiene idea sobre los cambios en los mecanismos hormonales. La lista seria interminable y si hablamos de una información preventiva, la falta de conocimiento es mayor.
Por eso son tan comunes algunas anomalías en las mujeres embarazadas, tales como las hemorragias, el aborto espontáneo, la toxemia, la eclampsia y el embarazo ectópico, que se podrían prevenir con mayor información.
 
Proyecto Nacional de Educación Sexual
 
OBJETIVOS:
 
Ø      Propiciar cambios en los valores, conocimientos, actitudes y comportamientos relativos a la sexualidad, de acuerdo a la ciencia y el humanismo y fomentar la salud general y la salud sexual en particular, guardando el debido respeto que merecen las creencias y valores populares.
 
Ø      Replantear los valores sexuales tradicionales, buscando una mejor relación hombre – mujer, que permita la desaparición del sometimiento del uno por el otro, basados en los principios de igualdad social, jurídica y económica de ambos sexos.
 
Ø      Promover modificaciones de la vieja estructura familiar de corte patriarcal, con el fin de buscar una mayor equidad en las relaciones entre padres e hijos y entre la pareja conyugal, propiciando el amor, el respeto, el crecimiento y la auto determinación de los miembros de la familia.
 
Ø      Lograr de manera consiente,  responsable y no coercitiva, que los hombres y mujeres decidan cuál es el momento en que pueden traer hijos al mundo, utilizando adecuadamente los diversos medios para regular  la fertilidad.
 
Ø      Buscar la salud sexual de los educandos tanto física como mental.
 
Todo lo anterior debe contribuir en un desarrollo dinámico e integral del ser humano y sobre todo a posibilitar los siguientes procesos:
 
AUTONOMIA
 
Implica el ejercicio de la libertad, la preparación para tomar decisiones y la responsabilidad en todos los actos de la vida.
 
AUTOESTIMA
 
Considera la consolidación del auto concepto, la valoración, la confianza, la seguridad y el respeto por si mismo, a la vez que se constituye en la base para generar la relación con el otro.
 
CONVIVENCIA
 
Armonía que comprende el respeto por los otros, la reciprocidad, el dialogo, la participación y el amor.
 
SALUD
 
Considera el bienestar tanto físico como mental de la persona y de la sociedad.
 
EJES :
 
Las diferentes temáticas serán articuladas a través de los siguientes ejes.
 
LA PERSONA
 
Como ámbito de construcción de la identidad, la conciencia y la singularidad.
 
LA PAREJA
 
Como espacio privilegiado para la construcción y vivencia de la sexualidad.
 
LA FAMILIA
 
Como núcleo socializador primario, desde el que se construyen valores.
 
LA SOCIEDAD
 
Como espacio socializador secundario, desde donde se validan y realimentan la cultura y los valores.
 
ENFASIS:
 
En cada grado se hará un énfasis diferente así:
 
PREESCOLAR – IDENTIDAD
 
Consolidación de la imagen de sí mismo mediante la interiorización de valores y actitudes del entorno.
 
PRIMERO – RECONOCIMIENTO
 
Valoración positiva de las características y comportamientos singulares que determinan que cada persona sea única y diferente.
 
SEGUNDO – TOLERANCIA
 
Construcción de una relación igualitaria, respetuosa y solidaria entre las personas, sin ningún tipo de discriminación.
 
TERCERO – RECIPROCIDAD
 
Confirmación de nosotros desarrollando la solidaridad y el compartir, aprendizaje del dar, darse y recibir.
 
CUARTO – VIDA
 
Fortalecimiento de la conciencia ecológica como medio de relación armónica con el entorno. La sexualidad como componente esencial de los procesos vitales.
 
QUINTO – TERNURA
 
Promoción del encuentro interpersonal que reconoce la dependencia y la necesidad del otro. Cuidado y reconocimiento de sí mismo y del otro.
 
SEXTO - DIALOGO
 
Formación de la sexualidad. Compartir afectos, ideas y conductas con el otro, con base en el respeto y la comunicación.
 
SÉPTIMO – CAMBIO
 
Aceptación del crecimiento, desarrollo y transformación personal, a partir de la vivencia consciente de tales procesos
 
OCTAVO – AMOR – SEXO
 
Enriquecimiento de la sexualidad dentro de un contexto afectivo, creativo y humanista
 
NOVENO – RESPONSABILIDAD
 
Preparación para tomar de decisiones libres, conscientes y éticas; relación con la vida sexual.
 
DECIMO – CONCIENCIA CRÍTICA
 
Comprensión y análisis del entorno y del sí mismo, que permita asumir un juicio valorativo frente a las actitudes y comportamientos sexuales.
 
 
UNDECIMO – CREATIVIDAD
 
Desarrollo de la capacidad de imaginar, inventar y recrear en el contexto amoroso sexual.
 
La participación de la familia en el proyecto pedagógico de educación sexual le permitirá:
 
Ø      Promover y fortalecer desde la escuela su formación sexual mediante su participación en el diseño, desarrollo y evolución de los proyectos pedagógicos de educación sexual.
 
Ø      Reconocer su rol primario en la formación integral de sus hijos, e involucrarse de manera decisiva en su propia educación sexual.
 
Ø      Analizar y reelaborar los valores, las actitudes y comportamientos de la cultura sexual que se expresa en la familia y en la escuela.
 
Ø      Recibir información y orientación claras, sencillas y prácticas sobre los diversos aspectos de la sexualidad, mediante técnicas vivénciales y ayudas didácticas.
 
Ø      Respetar los principios éticos, culturales y sociales de las familias y escuelas que  existen en nuestro país.
 
Ø      Reconocer y respetar la sexualidad de la persona en todas las etapas de su vida.
 
 
 
 
RELATO
 
En la selva amazónica, la primera mujer y el primer hombre se miraron con curiosidad. Era raro lo que tenían entre las piernas
- ¿Te han cortado? – Pregunto el hombre
– No – Dijo ella, siempre he sido así
Él la examinó de cerca, se rasco la cabeza. Allí había una llaga abierta. Dijo: -No comas yuca, ni plátanos, ni ninguna fruta, que se raje al madurar.
Yo te curare, échate en la hamaca y descansa.
Ella obedeció. Con paciencia tragó los menjurjes de hierbas y se dejó aplicar pomadas y los ungüentos. Tenia que apretar los dientes para no reírse, cuando él le decía:
-No te preocupes.
El juego le gustaba aunque ya empezaba a cansarse de vivir en ayunas y tendida en la hamaca. La memoria de las frutas le hacia agua la boca.
Una tarde el hombre llega corriendo a través de la floresta. Daba saltos de euforia y gritaba:
-¡ Lo encontré, lo encontré!
Acababa de ver al mono curando a la mona en la copa de un árbol
- Es así – Dijo el hombre aproximándose a la mujer.
 Cuando termino el largo abrazo, un aroma espeso, de flores y de frutas, invadió el aire. De los cuerpos que yacían juntos, se desprendían vapores y fulgores jamás vistos, y era tanta su hermosura, que se morían de vergüenza los soles y los Dioses.
 
Eduardo Galeano, Memorias del fuego.
 
 
 
 
 
 7.      EL PAPEL DE LA ESCUELA
 
Hace algún tiempo escuche la siguiente historia:
 
Una madre muy preocupada golpea la puerta de la alcoba de su hijo.
– Levántate, Pedro se te hace tarde para ir a la escuela.
–Hoy no voy a ir a la escuela, Contesta Pedro.
- ¿Y porque no?, Replica la madre.
– Por tres razones muy poderosas; la primera, porque todavía tengo sueño; la segunda, porque no quiero; y la tercera porque los niños me molestan, dijo el hijo.
– Pues yo voy a darte tres razones por las que debes asistir: la primera, porque es tu deber; la segunda porque ya tienes cuarenta y cinco años; y la tercera, porque tú eres el director, Puntualizó.
 
¿Por qué despierta tanto temor la escuela? Esa es la pregunta clave que trataremos en este capítulo.
 
Antes de compartir con ustedes alguna información que nos ayude a enfrentar dicho problema, quiero hacer una retrospectiva de mi relación con esta institución.
 
Yo no asistí a ningún curso de preescolar. Mis padres, que trabajaban en jornadas contrarias, se turnaban para cuidarme. Hoy le agradezcoa Dios que no me enviaron a ningún jardín, porque los de mi época eran bastante diferentes a los de ahora. Aunque valga la verdad, por ahí quedan algunos parecidos. En aquella época eran más guardería que otra cosa, y como su nombre lo indicaba, era donde le guardaban el niño mientras los padres trabajaban; un lugar donde los niños no quedaban al cuidado de un profesional de la educación, sino de una señora que lo aseaba y le daba de comer, una persona que hacia ese trabajo precisamente por tener baja escolaridad, y generalmente era semianalfabeta.
 
De esta manera el “jardín”, no sé por que lo llamaban así, si la mayoría eran sitios carentes de estética, se convertía en un lugar donde se lloraba, se comía mocos, se permanecía horas sentado en una bacinilla, se peleaba con otros niños, se le prendían los piojos y de vez en cuando se realizaba alguna labor pedagógica, que casi siempre consistía en tratar de hacernos genios, o sea, que leyéramos y escribiéramos a los tres años, claro, sin pasar por ningún tipo de aprestamiento.
 
Recuerdo que mi primer día de clase fue traumático: llanto durante casi toda la jornada, después que me arrancaron, literalmente, de las piernas de mi padre a las que yo estaba aferrado.
 
Mis recuerdos hoy, cuarenta años después, están un poco nublados, pero mantengo con alguna claridad el rostro de la maestra que me toco en suerte: Una señora grande, que me miraba con absoluta displicencia y una total ausencia de afecto; otros recuerdos que tengo de ella es que le gustaba mucho el diálogo con las otras maestras, pero durante las horas de clase, y nosotros quedábamos al cuidado, o mejor a la tiranía, del compañero más grande del salón. También quedó fijo en mi mente la manera como nos castigaba, golpeándonos con una regla de madera que tenia un filo metálico; estos son algunos recuerdos de mi primero de primaria.
 
Mi segundo de primaria fue tal vez más problemático que el primero; al fin y al cabo fue el único año que repetí. La profesora, durante ese año logró que yo empezara a odiar la ortografía; recuerdo su traumatizante mesa de los brutos. A ella también le gustaba intercambiar conceptos con sus colegas en horas de labor, pero en este caso los que nos cuidaban eran los de quinto. El año lo repetí en otra escuela y allí la profesora me reconcilia con la escuela de nuevo; era una mujer comprensiva, a la que su estado de embarazo tal vez había exaltado su instinto maternal.
 
Tercero fue mi mejor año en la primaria. La profesora era una buena maestra, pero también muy estricta. Sus castigos consistían en estar al frente con las manos arriba, abriéndolas y cerrándolas hasta que uno lloraba del cansancio; en otras ocasiones la posición cambiaba por la de rodillas. En ese curso aprendí a copiar rápido y fue la primera vez que recibí un estimulo al finalizar el año: gracias a que ocupe el tercer puesto de la clase me dieron una caja de colores finos; al parecer, ya me estaba adaptando a la escuela.
 
Pero la dicha duro muy poco, por que llego el cuarto año. Era el primer año en que tendría un hombre como maestro. En mi casa todos felices, porque “ahora sí lo van a disciplinar”. Pero el que resultó indisciplinado fue el maestro; siempre llegaba tarde y nosotros nos aburríamos y nos salíamos del salón; después legaba el profesor y nos castigaba; en esto era muy severo, pues no se conformó con la regleta, tenía un pedazo de repisa cepillada con la que nos golpeaba en las manos. La clase, fundamentalmente consistía en leer y resolver los cuestionarios del libro guía. Alguna vez el profesor pidió una licencia y fue remplazado por el hijo de otra profesora de la escuela; ese si, de verdad era un troglodita. Lo vi cachetear con ambas manos a un niño que en la formación se equivocó al cantar el Himno Nacional. También recuerdo que un día echó a Amado del salón, el niño más grande de la clase, que tendría tal vez unos catorce años y era bien fornido; se sintió tan humillado que desafío al profesor aquel a pelear. A Amado le pusieron matrícula condicional, pero se ganó el respeto de todos nosotros.
 
Y llego quinto. Nos trasladaron de escuela por que la Secretaria de Educación estaba reacomodando cupos. Nosotros felices, por que nos salvamos del profesor que a su vez era director de la escuela y tenía fama de bravo. Pero dimos con otro peor: un santandereano ex-militar, que resulto ser un individuo coercitivo. Y como al que no quiere un plato se le dan dos, también nos ganamos la ojeriza del profesor de cuarto de ese nuevo colegio, un atarban al que los muchachos llamaban “tío pepe”. Cuando no era nuestro profesor dándonos cachetadas en el cuello con su enorme anillo, era “tío pepe” inventándose castigos para nosotros en el patio, como aquel de colocar un dedo en el piso, que era de recebo aplanado, y dar vueltas hasta que el dedo hiciera un hoyo y llegara hasta la segunda falange. Cuando el niño se levantaba perdía el equilibrio y se caía al suelo, o se estrellaba contra las paredes. Ojala Dios lo haya perdonado. Pero cuando faltaban tres meses para terminar el año, nuestro maestro fue trasladado, nos enviaron una maestra recién desempacadita de la normal, muy bonita ella y muy amable. Salve el año, y conocí el amor platónico. A la mayoría nos paso lo mismo; juiciosos y aplicados, y ella pura dulzura. Fue un recuerdo muy bonito para despedir la primaria.
 
Otros recuerdosagradables fueron los recreos, cuando se jugaba a los soldados libertados, los caballitos, las bolas, el trompo, los caramelos, las escapadas al parque, los partidos de fútbol contra las otras escuelas; desde luego, también los cinco huecos, o el bocholo, pero, a escondidas; por que estos últimos juegos eran prohibidos, “solo para niños de la calle”, como decían los adultos lo que más me gusto fue aquello que nos dijeron que era perdedora de tiempo. Pretendían que fuera divertido llenar un cuaderno con frases cono “no debo llegar tarde al colegio”, o “debo respetar a mi profesor”, o cuando en el colmo de la creatividad, nos hacían subir el tercer piso en cuclillas o recoger los papeles y basuras del patio.
 
Si desarrollamos cierta alergia a la escuela no fue de manera gratuita. Se hicieron muchas cosas para desencantarnos, y además con la colaboración de nuestros padres, que creían a pie juntilla aquello de que: “la letra con sangre entra”. Tal vez en eso resida la génesis de esta violencia con la que nos acostumbramos a vivir.
 
Desde luego que la escuela de ahora es diferente. Todavía quedan algunos rezagos del pasado, pero seguimos en la lucha. Para que el conocimiento sea integral, menos memorístico y más cercano a la realidad. Para que conocer sea un hecho placentero y, por lo tanto, profundamente significativo para el niño y la niña. Para que el conocimiento nos haga más competentes y podamos resolver nuestros problemas científicos, tecnológicos, pero sobre todo los de convivencia.
 
Soñamos con una escuela donde la campana suene igual para salir a descanso que para entrar a clase. Que no le temamos al aula o al maestro, sino todo lo contrario. Que hagamos del estudio una forma vital de relacionarnos con la naturaleza y con los demás.
Una escuela donde el error sea factor pedagógico, por que aprender es un camino de experiencias y descubrimientos. Porque nadie hace bien algo a la primera vez, pero con el tiempo y la paciencia de quienes nos enseñan, nos hacemos expertos.
 
No solo debemos partir de las expectativas y necesidades del niño y la niña, sino que debemos hacer nuestra labor con afecto. El niño que es tratado con cariño aprende mejor.
 
Recordemos que el niño sabe, todos desde que nacemos y hasta morir estamos aprendiendo de todas las situaciones de la vida. No solo en la escuela se produce conocimiento.
 
El niño y la niña deben ser invitados al debate, a la concertación, al intercambio, si es que queremos que modifiquen sus conocimientos previos.
 
Para que todo lo anterior se haga realidad, los padres y los maestros debemos capacitarnos permanentemente, estar en comunicación constante. Al fin y al cabo somos los representantes de las dos instituciones más importantes en la generación de valores para los niños y las niñas, la familia y la escuela.
 
 
 
 
 
PAPA NO ME PEGUES
 
PAPA:
 
Tus golpes no sólo hieren mi cuerpo...
¡golpean mi corazón!!
me hacen duro y rebelde,
terco, torpe y agresivo.
 
Tus golpes me hacen sentir miserable,
pequeño e indigno de ti.... Mi héroe.
 
Tus golpes me llenan de amargura,
bloquean mi capacidad de amar,
acrecientan mis temores y
nace y crece en mí el odio.
 
Papi, tus goles me alejan de ti,
me enseñan a mentir,
cortan mi iniciativa y creatividad,
mi alegría y mi espontaneidad.
 
No me golpes más...
soy débil e indefenso ante tu fuerza;
tus golpes enlutan mi camino,
y sobre todo endurecen mi alma.
 
La fuerza de tu razón es superior
a la fuerza de tus golpes;
si no lo entiendo hoy
¡pronto lo haré!
Si eres justo e insistes en explicármelo...
 
Más poderosos que tus golpes,
más efectivos y grandiosos
son tu afecto, tus caricias, tus palabras.
 
 
Papi, tu grandeza no está
en el poder de tu fuerza física
tú mi héroe, eres mucho más
cuando no necesitas de ella para guiarme.....
 
                                               César Augusto Muñoz E.
 
 
 
 
 
 
 
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