CAPACITACION HUMANA (DOCENTE, FAMILIAR, EMPRESARIAL Y COMUNIDAD EN GENERAL)
  VALORES NUCLEARES PARA CONSTRUIR FAMILIA PARTE 3
 
 

 

8.      LO QUE LA CALLE NOS DEPARA
 
El rock es una manifestación musical, que nació en los años cincuenta. Sumó muchas etnias a través del jazz, el blue, el country, y los himnos religiosos. Al principio fue una propuesta revolucionaria; era el grito de grupos negros, adolescentes marginados; aquellos que el sistema desconocía, que fueron contra los moldes establecidos y pusieron en tela de juicio los valores de aquella sociedad.
 
Pero lo que inicialmente fue una ebullición cultural contestataria, muy pronto se convertiría en un elemento más de alienación del sistema.
 
Como esta música tenía gran éxito entre los adolescentes, el sistema financiero no tardó mucho en darse cuenta de lo rentable que sería un negocio que comercializara masivamente esta música. Puso al servicio de esta idea toda la publicidad y agudizó el discurso ideológico, llevando la negación de lo establecido hasta sus últimos límites y convirtiendo así la vanguardia de esta música en un arma letal.
 
Otro descubrimiento vino a sumarse a este estado de cosas: la publicidad subliminal. Vamos a explicar como funciona esto:
 
Nuestra mente tiene una parte externa y una interna (llamadas también consciente e inconsciente); esta última le permite al sistema nervioso grabar en detalle todas nuestras relaciones con el entorno; detalles que pasa por alto la parte externa o consciente. Ejemplo: en una sesión de hipnosis el paciente se relaja y se duerme, pero se mantiene el dialogo con él. Lo que el doctor hace es tratar de cerrar el consciente para permitir que el inconsciente fluya. El paciente recordará con detalle situaciones anteriores y revivirá sus emociones pasadas. El psiquiatra podrá interpretar y decodificar lo escuchado y tratar de hallar la causa de trastornos presentes en el paciente. O sea que nuestro carácter y comportamiento también depende de lo que haya almacenado en nuestro inconsciente o parte profunda de la mente.
 
Lo que los investigadores de la publicidad subliminal encontraron fueron nuevas formas de llegar a nuestro inconsciente sin pasar por el consciente, para tratar de alterar los hábitos de consumo. Ejemplo, cuando asistimos a la proyección de una película estamos frente a un descubrimiento de la física; se pasan una serie de fotografías a una velocidad tal que crea la ilusión de movimiento natural en los actores; esto es posible gracias a una disposición de nuestra visión, que retiene por un instante muy corto las imágenes. A esto se le llama persistencia retinica. Si la velocidad de la película es de veintidós fotogramas por segundo, tendremos la ilusión de movimiento; pero si cada veintidós imágenes nos muestran una imagen publicitaria, nuestro consciente no la alcanza a ver, pero el inconsciente si, debido al que el ritmo neuronal del inconsciente es cinco veces mayor que el ritmo del consciente. O sea, que durante la película podríamos estar expuestos a un bombardeo publicitario de tipo subliminal sin darnos cuenta. El resultado final: alteraciones en nuestros comportamientos. Esta forma de hacer publicidad es deplorable, pero rinde al 75% cifra muy jugosa para cualquier comerciante. Recuerde, vemos más de lo que creemos estar viendo y oímos más de lo que creemos estar oyendo.
 
Lo peligroso del asunto es que, en algunos casos, de la música rock la publicidad subliminal no se utiliza solo para promocionar comidas o bebidas, sino para hacer más profundo su mensaje de autodestrucción. El mensaje subliminal en la música se puede transmitir de varias maneras, como grabando mensajes antes de ser prensados los discos definitivamente; al quedar superpuestos los sonidos crea distorsión, que el consciente no puede no puede decodificar, pero sí nuestro eficiente inconsciente; otra manera son los coros y repeticiones de palabras que al ser escuchadas al revés, traen mensajes subliminales. Nuestro consciente lee o escucha en un sentido, pero el inconsciente puede hacerlo en otros.
 
En el rock duro los mensajes pueden ser subliminales u obvios y van desde la invitación al suicidio,  pasando por las insinuaciones pederastas  o las incitaciones a la masturbación, o la adoración a satanás, también el manejo de las imágenes sado-masoquistas o la promoción al uso de la marihuana.
 
El satanismo hace carrera en el rock duro por ser el símbolo de la negación por excelencia. No creemos que el diablo nos asuste por el aspecto religioso, sino por las connotaciones sociológicas que está tomando. Es signo de anarquía, violencia, desenfreno, angustia, incluso homosexualismo; ya que las imágenes que maneja el discurso esotérico acerca de satanás es un híbrido sexual, latente en algunas formas expresivas del rock.
 
Hoy en día encontramos como graffiti; simbología relativa al demonio; afiches, adornos, etc., que rinden culto a la muerte a lo grotesco y a lo brutal. ¿Cómo llega esta música hasta nuestros hijos? A través de suscripciones internacionales o en el mercado negro, de los grupos colombianos seguidores de este estilo.
 
Es hora de que los padres de familia comencemos a advertir en los comportamientos de nuestros hijos hasta que punto esta manifestación los ha influido; es hora de preocuparnos. Ya hay muchachos que han asumido esta forma de vida y los vemos por ahí con su aretico en la oreja, con sus jeans rotos, sus chaquetas negras llenas de taches, cruces invertidas, swásticas, calaveras y pañoletas, asistiendo a conciertos donde, a través de una música hipnótica basada en el famoso beat, ritmo que el rock tomo de los ritos africanos y que sumado al volumen descomunal y a una luces intensas que oscilan, como el estrosver, crean así un clima de huida sensorial, ponen al  muchacho o muchacha al borde de la neurosis y del vicio, compañero lógico de semejante espectáculo.
 
La respuesta a esto no puede ser la represión. No se trata entonces de romper los afiches o discos de los muchachos,  prohibirles el uso de algunas prendas o de estigmatizarlos. Se trata de que los padres se informen y entreguen elementos de juicio a sus hijos y sobre todo que revisen sus relaciones afectivas con ellos. Porque si el muchacho siente la necesidad de identificarse con este estilo de rock, es por que seguramente no ha tenido una buena posibilidad de expresión y ha recurrido a la forma más agresiva para que se le tenga en cuenta.
 
Busquemos alternativas que alimenten espiritualmente a nuestros hijos. Que tengan su propio espacio; que puedan gustar de las diferentes artes, para que encuentren otras maneras de incidir en el mundo; que desarrollen sus habilidades en los deportes para liberar sus energías y que se socialicen a través de actividades placenteras que no siempre estén ligadas con vicios.
 
ORACIÓN DE UN PADRE POR SU HIJO
 
Dame, oh Señor, un hijo lo bastante fuerte para saber cuando es débil y lo bastante valeroso para enfrentarse consigo mismo cuando sienta miedo. Un hijo que sea orgulloso e inflexible en la derrota. Honrado, humilde y magnánimo en la victoria.
 
Dame un hijo que nunca doble la espalda cuando deba erguir el pecho; un hijo que sepa conocerte a ti y conocerse a sí mismo, que es la piedra fundamental de todo conocimiento.
 
Condúcelo te lo ruego, no por camino cómodo y fácil, sino por el camino áspero y aguijoneado por las dificultades y los riesgos. Allí déjale aprender a sostenerse firme en la tempestad y a sentir compasión por los que fallan.
 
Dame un hijo cuyo corazón sea claro, cuyos ideales sean altos, un hijo que se domine a sí mismo antes que pretenda dominar a los demás. Un hijo que aprenda a reír, pero que también sepa llorar. Un hijo que avance hacia el futuro, pero que no olvide nunca el pasado.
 
Y después que hayas dado todo esto, agrégale, te lo suplico, suficiente sentido del buen humor, de modo que pueda ser siempre serio, pero que no se tome así mismo demasiado en serio.
 
Dale humildad para recordarle siempre la sencillez de la verdadera grandeza, la imparcialidad de la verdadera sabiduría, la mansedumbre de la verdadera fuerza.
 
Entonces yo, su padre, me atreveré a murmurar. No he vivido en vano.
 
 
 
 
9.      ELTRABAJO Y SU VALOR FORMATIVO
 
Uno de los mayores problemas de la sociedad contemporánea es el desempleo, Muchos seres que no encuentran un lugar para incorporarse al proceso productivo, la mayoría, alguna vez tuvo una oportunidad pero no la pudo conservar, ¿por qué?
 
La única seguridad en el empleo que puede ofrecer una compañía deriva de la calidad, la productividad y la satisfaccion del cliente; eso es lo que asegura que podamos tener un sustento.
 
Pero, para lograrlo se necesita una formación previa, que es la que muchos no queremos asumir, o simplemente no nos la ha brindado. Podríamos culpar a la escuela, pero como no se trata de justificarnos, sino de ver el problema en su conjunto, veamos otros elementos.
 
Se nos dijo que teníamos que conseguir dinero, pero no cómo. Por eso, a la menor oportunidad estamos prestos a cobrar altos honorarios sin importarnos si lo que hacemos corresponde con lo que cobramos.
 
Por eso, a pesar de pagarle una gran suma al electricista por sus reparaciones, cuando prendemos la luz de la habitación se enciende la licuadora. El tenía su atención puesta en los billetes, no en nuestra instalación. Para decirlo de otra manera, ese individuo no ama su trabajo. Nos fijamos demasiado en los papeles por que, en resumen, eso es el dinero. Lo que estamos cambiando en realidad es un servicio por otro; mi trabajo a cambio de comodidad y disfrute para mi familia y para mí; si quiero disfrutar de lo que hacen los demás por mí, debo permitir que disfruten con lo que yo hago por ellos. Es elemental pero no muy fácil de comprender.
 
Otro papel en el que creemos demasiado, son los diplomas. Creemos que el tener uno colgado en la pared es suficiente para siempre. No nos actualizamos y pensamos que el título no lo va a resolver todo.
 
El conocimiento está en el hecho, en la práctica y el diploma solo es un acto de fe. Ese papel en ocasiones nos hace faltos de humildad y altaneros, cosas que definitivamente están contra la calidad.
 
La falta de amabilidad entre nosotros ya es una epidemia, al punto que cuando tropezamos con un dependiente amable nos extraña tanto, que sospechamos si no estará drogado.
 
El empleado de la gasolinera, casi siempre pone cara de estar haciéndonos un favor cuando nos cobra; el conductor nos insulta; el policía se molesta si debe colaborarnos en algo; todo el mundo vive de mal genio. Le echamos la culpa a la violencia de nuestro país, sin darnos cuenta de que estos actos cotidianos, son los que engendran la gran violencia que salta de bulto. En la base casi siempre está la ignorancia, porque nuestra incapacidad de entender la vida y sus intrincadas relaciones nos hace intolerantes, resentidos, caprichosos, y volvemos al mismo sitio: la educación. Pero no podemos darnos por vencidos; no podemos dejar el disfrute de la vida por culpa de los malgeniados y los violentos, porque si cedemos, entonces “ya nada importa”.
 
Hay algo muy importante en esto de la calidad y es nuestra autoestima. Somos lo más elaborado que tiene la naturaleza; todo lo que hemos transformado necesita de nosotros. Aunque pretendamos negarnos, a pesar de los cajeros automáticos y las gasolineras de auto servicio, el calor humano todavía es irremplazable, ¡afortunadamente!
 
Muchas empresas se engañaron a sí mismas creyendo que aumentarían sus beneficios escatimando puntos y comas en lo tocante a la calidad, pero se encontraron a otra empresa dispuesta a lograrlo. Adivinen con quién se fueron los clientes.
 
Pero, ¿quiénes logran la calidad en una empresa? La respuesta es: todos; desde el portero hasta el gerente general. Una empresa es como un espectáculo donde son importantes el cantante, el músico, el luminotécnico, el tesorero, el electricista, el acomodador, incluso hasta la sonrisa de la que vende los boletos.
 
De todo eso depende que el cliente nos prefiera. De todo eso depende el mercado, la hipoteca de la casa, la universidad de nuestros hijos. Es por eso que debemos amar lo que hacemos: creer que lo podemos hacer bien y que hemos sido dotados para ello.
 
Debemos hacer de la calidad una parte de nuestra cultura, la calidad es tan esencial como una escala de valores en las personas. ¿Seguimos con la idiosincrasia de la rosca?, ¿Seguiremos prefiriendo a nuestros familiares y amigos aunque no sepan el oficio? ¿No seria mejor que lo aprendieran ordenadamente para evitar convertirlos en un lastre? ¿Y qué hacemos con los mediocres que no lo aprendieron bien?, ¿Capacitarlos? ¿A qué costo?
 
Hace poco leí que uno de cada cuatro obreros fabriles no produce nada; sólo repara lo que los demás hacen mal. Nos damos cuenta que no debíamos estudiar solo para la nota, sino para no frenar el desarrollo de nuestra sociedad.
 
¿Que hacemos con los que se presentan enguayabados, para pasar la jornada como puedan? ¿Le confiamos nuestra vida a un cirujano en estas circunstancias? ¿Verdad que no?
 
Para poder corregir esto es imprescindible que nos guste el trabajo. Hoy, cuando alguien hace durante algunos años su trabajo y se siente satisfecho, a veces se piensa que es algo anómalo; otros siguen pensando que el trabajo es un castigo y maldicen desde que se levantan. Debido a las malas interpretaciones religiosas, ignoramos que el trabajo, más que un castigo, es lo que ha posibilitado nuestra evolución, nuestro contacto con la naturaleza, fue lo que desarrolló nuestros sentidos y nuestro cerebro.
 
Olvidamos que fueron nuestros antepasados, con un medio geográfico agreste en su contra, los que lucharon por desentrañar la historia. Pero algunos sólo queremos ser parásitos culturales y absorber lo que ya otros seres lograron y nos negamos sistemáticamente a pertenecer a un engranaje social que haga sus propios aportes al presente.
 
Soñamos con el día que no tengamos que volver a trabajar y cuando llega, nos aburrimos en los bancos de los parques viendo pasar a la gente que afortunadamente todavía tiene algo qué hacer.
 
Idealizamos paraísos en los que solo disfrutaríamos del ocio, música de lira, verdes prados, frutas y una hamaca para tirarnos a descansar. ¿Durante cuanto tiempo? Esa es una pregunta bien importante en un universo que no conoce ese término. Un paraíso en esas condiciones sería un verdadero infierno.
 
Pero hay otros aspectos culturales que atentan contra la calidad. Ya vimos que algunos no solo despreciamos la formación científica y tecnológica, sino también la ética. Encontrar un empleado que acepte de buena gana sus errores, es casi imposible; la mayoría tiende a endilgarle la culpa a sus compañeros, situación que nos desgasta la comunicación y nos hace perder el tiempo.
 
Existe una actitud más, la de leguleyos, que se apega milimétricamente a la letra y no impide a los trabajadores estar dispuestos a realizar ese pequeño esfuerzo extra si el mismo no figura en la descripción del puesto de trabajo.
 
¿Adónde fue a parar el amor a este país? ¿Por qué sentimos compasión por nosotros mismos? ¿Por qué pensamos que el otro es mejor que yo? ¿O que lo extranjero es de mayor calidad? ¿Por qué tantas justificaciones? ¿Por qué queremos despertar la lastima quejándonos de todo? El alumno nocturno se queja de que debe trabajar en el día. ¿Y eso qué? ¿Su sacrificio debe justificar sus malas notas? Precisamente las cosas que cuestan son las que más debemos valorar, sin echarle la culpa a nadie.
 
El discurso de que debe ser el estado quien resuelva todo, esta pasado de moda; hoy construimos muchas cosas con la autogestión, ¿para qué esperar hasta que haya una ley que proteja el medio ambiente? Nuestro sentido común dice que debemos hacerlo; es cuestión de amar la vida.
 
Cuando hacemos las cosas bien y recibimos felicitaciones, agradecimientos, bonificaciones, ascensos, nuestra moral se levanta; nos sentimos más dispuestos y optimistas. No nos confundamos en la masa de los conformistas; destaquémonos positivamente, no busquemos en nuestros jefes posiciones paternalistas y endebles, porque eso no permite progresar.
 
El trato humano, no consiste en perdonar todo; es también resolver los problemas; por lo tanto, necesitamos mandos racionales, que tomen medidas acertadas, que redunden en beneficio general. Eso es un control objetivo y un aporte a la calidad.
 
Vivimos en un mundo competitivo, donde nosotros sólo somos uno más, de modo que nos toca arremangarnos tal como lo hicieron nuestros padres y abuelos. Ninguna empresa aparece de pronto; todas tienen un desarrollo. Abundan las historias de seres y familias que empezaron de manera sencilla y llegaron muy lejos. ¿Suerte o empeño? O es que simplemente algunos nos declaramos vencidos sin luchar.
 
La calidad no se da en balde. Cuando la empresa es preferida, puede brindar estabilidad, mejores salarios, mejores condiciones de trabajo, capacitación; aunque no hay que olvidar el viejo adagio que dice: “No se debe dormir sobre los laureles”.
 
En ocasiones no es difícil conseguir la calidad; lo difícil es mantenerla día tras día; pero si esta disminuye, iremos perdiendo lo que hemos logrado, por que en alguna parte está incluido nuestro nivel de vida. Todo lo podemos lograr si estamos dispuestos a realizar nuestro trabajo como contrapartida a las condiciones de vida que creemos merecer.
 
Nuestra actitud es un ejemplo de vida para nuestros hijos, que serán hombres productivos mañana. Si queremos que ellos amen su trabajo, debemos enseñarles a hacerlo.
 
Dediquemos  un poco más de espacio al jefe; éste debe ser un líder al que se le respeta, no alguien al que se le teme; las actitudes arrogantes y soberbias sólo producen errores y crean resentimiento entre sus colaboradores.
 
El jefe no debe creer que lo sabe todo. Debe escuchar sinceramente para poder introducir más elementos en los juicios  y también para alimentar sus proyectos. Tampoco puede permitirse la imprudencia; cuando llame la atención no debe dejarse llevar por la ira; debe hablar en privado con el interesado; no lo debe someter al escarnio, ni burlarse de él; es una agresión que va en contra de la calidad; porque de esa manera se minan las relaciones laborales. No debe extralimitarse, debe saber hasta donde van sus funciones, no invadir la vida privada de sus colaboradores, porque es una violación a sus derechos. El jefe es un facilitador de la labor; no se puede permitir, que por un mal manejo de la autoridad, o un culto a la persona, todo resulte torpedeado. Si tiene amplias responsabilidades, debe delegar y crear espacios de acción para sus colaboradores. Debe ser propenso a la comunicación sencilla y directa; nunca se sabe cuándo y cómo un momento y unas palabras sinceras pueden tener influencia en una vida.
 
No solo debe reseñar los errores; también los aciertos. La motivación es algo que el jefe debe practicar con regularidad.
 
En algunos países orientales los ejecutivos son sometidos a entrenamientos especiales. Con base en la disciplina se forman hombres de carácter; también ponen énfasis en los horarios de estudio. Los japoneses estudian un 20 o 25 % más que la mayoría de los países occidentales y los resultados saltan a la vista.
 
Hoy, apenas cuarenta años después de haber participado en una guerra que perdieron, compiten con todas las potencias tecnológicas. Hace algunos años creíamos en los productos estadounidenses; hoy tenemos más confianza en los japoneses. Era lo mínimo que podíamos esperar de un pueblo con un altísimo sentido de la dignidad. ¿Quién logro esto? ¿El emperador? ¡No! ¡Todo el pueblo!
 
Cuando hablamos de totalidad, recordamos esta historia: A un hombre que mezclaba arena y cemento en una construcción, se le pregunto - ¿Qué haces? Y él contestó – Realizo una mezcla-. Luego le preguntaron a un segundo hombre que hacia la misma labor, y éste contestó – Construyo una pared-. Pero, cuando le preguntaron a un tercer hombre lo mismo, este exclamó – ¡Edifico una catedral!-. Sólo el último hombre tenía un concepto pleno de totalidad. Tenemos que sentir que construimos un país desde nuestro puesto de trabajo; lo demás tendrá que darse por lógica.
 
Para lograr el éxito no es suficiente con desearlo, hay que merecerlo ¿Hemos hecho algo por la vida? ¿Por la humanidad? ¿Por la naturaleza? ¿Si? Entonces el éxito llegará, de lo contrario, es una espera infructuosa.
 
Algo que hizo falta también en nuestra formación, fue la lúdica. Dicho de otra manera, no sabemos disfrutar el placer de vivir,  debido al poco tiempo que dedica nuestra educación a la estética.
 
Tenemos hábitos autodestructivos, la única manera de relajarnos es tomando licor. Realizamos pocas o ninguna actividad artística o deportiva; no hacemos vida social y por lo tanto perdemos habilidades y destrezas físicas y espirituales; nuestra imaginación enferma, la creatividad desaparece y hasta los reflejos nos hacen malas pasadas.
 
Un punto que no quiero dejar pasar es aquello de los roles. Si bien es cierto que todos somos necesarios en un engranaje, cada uno tenemos unas responsabilidades específicas, de acuerdo con nuestra formación. Ese es un factor de la diferenciación salarial, porque no debemos hacer demagogia con el concepto de totalidad.
 
Si el jefe o el supervisor tienen unos beneficios extra es porque su responsabilidad es mayor, y si alguien tiene un horario diferente debe ser por la condición de su trabajo.
 
Debemos ser democráticos no democrateros. El viejo dicho de “todos en la cama o todos en el suelo”, ya esta mandado a recoger. Hoy en día se acuesta en la cama el que más necesite estar descansado para lograr los fines de la empresa. porque si todos nos subimos a la cama la rompemos y si no se sube nadie, sería una estupidez.
 
Para finalizar, debo anotar que incluso, tener una posición definida frente a la espiritualidad es necesario para obtener la calidad. Porque los escépticos, los deprimidos y los faltos de fe, constituyen lastre. Tener una conciencia cósmica nos permite estar firmes y centrados; disminuye las angustias, el cansancio mental y la inseguridad; por eso, proponer la reflexión sobre estos temas no esta fuera de foco.
 
Es importante tener una interpretación de Dios, no para discrepar, sino para construir nuestro proyecto de vida con una identidad filosófica.
 
Resumiendo, para lograr  la calidad, no se nos puede quedar por fuera ningún aspecto de la relación ser humano – naturaleza. Es una tarea que necesita constancia y dedicación pero premia muy bien.
 
Si todo ello se tiene en cuenta, el compromiso de cada una de las personas vinculadas a la empresa, redundará en eficacia y eficiencia, lo cual nos convertirá en muy productivos y nuestro nivel de competitividad será mayor, logrando así posicionamiento en el mercado. En suma, se trata de hacer una conjunción de nuestras oportunidades y nuestras fortalezas.
 
¡Hagamos el propósito de empezar mañana a construir la calidad, en nuestra empresa! ¡En nuestra familia! ¡En nuestro país! ¡En nuestra vida!
 
 
 
 
 
 
UNA HORA DE TU TIEMPO
 
- Papá: ¿Cuánto ganas por hora?
 El padre dirigió un gesto muy severo al niño y repuso:
- No me molestes, que estoy cansado
- Pero papá – insistía el niño, dime por favor, ¿cuánto ganas por hora?
La reacción del padre fue menos severa. Solo contesto:
- Ochocientos pesos por hora.
- Papá, ¿me podrías prestar cuatrocientos pesos? preguntó el pequeño.
El padre montó en cólera y le dijo:
- Vete a dormir y no me molestes.
Había caído la noche. El padre había meditado lo sucedido y queriendo descargar su conciencia dolida, se asomo al cuarto de su hijo. En voz baja preguntó al pequeño:
- ¿Duermes hijo?
- Dime papá – Contesto el niño entre sueños
- Aquí tienes el dinero que me pediste.
Respondió el padre.
El pequeño le dio las gracias y metiendo su manita bajo la almohada saco uno billetes.
- Ahora ya complete el dinero; tengo ochocientos pesos. ¿Me podrías vender una hora de tu tiempo?
Pregunto el niño.
 
 
 
 
 
10.      EL DUELO
 
La vida es como la música. A veces sonido, a veces silencio, a veces placer, a veces dolor, a veces éxito, a veces fracaso, a veces felicidad, a veces tragedia. Los seres humanos que la interpretamos debemos estar preparados para no desentonar en ningún momento.
 
Para que los momentos difíciles no nos tomen por sorpresa debemos prepararnos para enfrentarlos. Algún día morirá nuestra mascota, o tendremos un desengaño amoroso, o enfermemos gravemente, o nos despedirán de nuestro empleo, o morirá algún pariente cercano.
 
Eso suele suceder en la vida de las personas. Y les provoca un gran desconcierto. Por que generalmente se ha evitado tratar el asunto, tanto en la escuela, como en la casa.
 
En la escuela todas las historias tenían finales “felices”. Blanca Nieves se casaba con el príncipe azul y eran felices para siempre y colorín colorado este cuento se ha acabado.
 
Qué gran mentira. La vida de los seres humanos no termina con el matrimonio; por el contrario, allí es donde empieza una etapa muy importante, la formación de una nueva familia, que como dijimos ya, tendrá sus altibajos, o sea, llevará un ritmo normal de vida.
 
Las familias ideales no son las que no tienen dificultades, sino las que saben sortearlas con inteligencia.
 
A veces me pregunto: ¿será que si siguiéramos la vida de hogar de Blanca Nieves no encontraríamos algunas incompatibilidades de ella y su esposo? O tal vez un hijo con problemas de aprendizaje, o una situación más grave, como un divorcio, o un fallecimiento prematuro. No quiero ser negativo, pero todo está dentro de las posibilidades.
Las dificultades aparecen tarde o temprano y debo prepararme para enfrentarlas. ¿Cómo? Reflexionando profundamente sobre la vida y sus razones y compartir esto con mis hijos, para que ellos lo tomen como un elemento de equilibrio, para que, si alguna vez tienen problemas, y los tendrán, no se vayan a desmoronar, apelando a caminos equivocados, como el alcohol, la droga, la violencia, o la perturbación mental. Por el contrario, que cada escollo los haga más fuertes, pero sin llegar a volverse insensibles. Que sepan que todos tenemos derecho a nuestra tristeza, a nuestro llanto, pero que por ningún motivo debemos sentir lastima de nosotros mismos, ni dejarnos hundir por algo que no depende siempre de nosotros. Y así sea su error, que pueda superar la situación, y salir adelante.
 
Que el niño llore por la muerte de su perro es normal. Aliéntelo, consuélelo, compréndalo; no lo amoneste, ni trate de hacer insignificante su dolor, diciendo por ejemplo: “No llore, mañana le compro otro perro”. Déjelo que haga el duelo; eso lo irá formando para la vida.
 
Lo anormal es que el niño no supere el duelo y siga en postración mucho tiempo; entonces si necesita ayuda profesional. Pero, generalmente si usted le habla claro, él saldrá renovado de esta situación.
 
Trate de no mentirle, ni asustarlo; sea franco, pero con delicadeza. No sólo en una situación como la anterior, sino en cualquiera en la que el niño deba hacer duelo.
 
Apele a su propia formación espiritual, a su pensamiento trascendente, a su cosmogonía.
 
¿Para que nos sirve conocer sobre el dolor? Por que de esta manera comprenderemos que la vida debe disfrutarse de manera plena y con optimismo; y mientras los problemas aparecen, ser felices y dejar que los demás también lo sean.
 
La felicidad no se puede aplazar, es ahora y aquí. Si la vida me va a dar dificultades a la larga. ¿Por qué quiero yo adelantar ese dolor en mí o en los demás? Disfruta para que tengas algo que recordar y te sirva de paliativo en los pasajes duros, para que, además de viejo o enfermo, no seas un resentido, para que aceptes el paso del tiempo con donaire.
 
Pero no esperes a ganarte la lotería para ser feliz. Disfruta de la naturaleza, del aire, del sol, del agua; disfruta de las personas, de tu esposa, de tus hijos, de tus amigos; disfruta del tiempo, baila, canta, lee, investiga, ríe, juega, realiza lo que quieras, pero, por favor ¡Sé feliz! Porque si tu no lo eres, influenciarás con tu actitud en los que te rodean.
 
¿Qué te impide ser feliz? Reflexiona sobre eso y toma cartas en el asunto; es de vital importancia.
 
La mayoría de los seres humanos le tenemos miedo a la muerte y a la eternidad, tal vez más a la segunda que a la primera. ¿A cual eternidad le tememos más? ¿A la que transcurrió antes de nacer nosotros? ¿A la que transcurrirá después de nuestra muerte?
 
¿Vale la pena amargarnos este de tiempo, entre dos eternidades, que es la vida? No lo olvides, la eternidad también es ahora y aquí.
 
Hemos estado en el universo siempre. Si le creemos a la ciencia, ésta dice, que la materia ni se crea ni se destruye, solamente se transforma. Los elementos que hacen parte de nosotros, al morir vuelven a la naturaleza y harán parte de otras formas. O sea que se puede afirmar que en otro tiempo fuimos parte de una roca, de un río, de una mariposa, de una flor, de un árbol.
 
El agua con que hoy nos bañamos alguna vez pasó por el Nilo. El agua del planeta hace mucho es la misma y se mueve en un ciclo permanente; así también es la materia.
 
Nadie se va para siempre; al contrario, permanece para siempre. Trata de que tus hijos comprendan esto, tal vez vean con otros ojos la naturaleza.
 
Hoy en día el imperativo filosófico es el humanismo ecológico. Poco a poco hemos entendido que hay que cuidar el planeta por que es un ser vivo del cual hacemos parte.
 
Los derechos humanos, el respeto por la diferencia y la paz son elementos importantes de la convivencia. No hacernos daño es proteger también la naturaleza.
 
 
REFLEXIONA
 
Cuando Alguna vez te creas importante y
sientas que tu ego se hincha al florecer;
y cuando te inclines a dar por sentado
que eres, de entre todos, el mejor...
 
Y cuando te domine la impresión de que al
irte, dejarás un vacío imposible de llenar;
sigue estas sencillas instrucciones
y verás como tu alma retorna a la humildad.
 
En un balde lleno de agua introduce tu mano
hasta el fondo, luego retírala y el vacío que
resulte te dará la medida de lo que te extrañarán.
 
Agita la mano dentro del balde cuando quieras
salpicando el agua por doquier, pero detente y
descubrirás de pronto que todo se aquieta y vuelve
a su lugar.
 
La moraleja de este sencillo ejemplo nos enseña
que debemos siempre actuar dando de nosotros lo
mejor, con perfección y orgullo de bien hacer,
pero recuerda, nadie es realmente indispensable.
 
 
 
 
 
 
 BIBLIOGRAFÍA
 
Escuela para mejores padres. Zamora Editores Ltda., 1.998.
 
La obra de la sexualidad el amor y la familia. Prolibros Ltda.1.995.
 
GILBERTI, Eva. Escuela de padres, tomo I. Esece Editora. Buenos Aires. 1.971.
 
RESTREPO, Luis Carlos. El derecho a la ternura. Arango Editores.
 
BARRAZA P, Carlos. Aires de familia, testimonios de ayer y de hoy. Ediciones Paulinas H.S.P. 1.994.
 
MAYA A, Pedro. La educación como esperanza. Fotomontajes Ltda., 2.000.
 
SEGUNDO PREMIO SANTILLA DE EXPERIENCIAS EDUCATIVAS. Responsabilidad de la familia en la educación. Editorial Santillana. 1.996.
 
BERNAL, Alfonso. Errores en la crianza de los niños. Editorial Oveja Negra, 1.985.
 
SIERRA, R. BEDOYA, W. Pedagogía de los valores. San Pablo, 1.996
 
CHASON, Paul. Como explicar a los niños la realidad sexual. Editorial Fontanella, 1.980.
 
THOUMI, Samira. Técnicas de la motivación infantil. Editorial Prolibros, 2.003.
 
 
 
 
 
 
 
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